Marble Madness es una obra de Atari lanzada al mercado arcade en 1984. Es un título de plataformas de perspectiva isométrica en el que el jugador ha de guiar una pequeña canica de cristal a través de un total de 6 escenarios laberínticos. Existe un tiempo límite para poder superar cada uno de ellos y, cuantos más segundos sobren, mayor será el bonus acumulado para el nivel siguiente. Como dato interesante dejar constancia de que éste fue uno de los primeros juegos en contar con un objetivo final conclusivo que, una vez superado, daba por terminada la partida. Hasta ese momento lo habitual era que, tras acabar las fases diseñadas, éstas se repitiesen con distinto grado de dificultad.

En esta carrera contra el cronómetro hay que llegar a la línea de meta situada al final de cada pista. Durante el trayecto diferentes obstáculos, móviles e inmóviles, tratarán de impedir el paso de la esfera.  


A lo sinuoso de los circuitos con tuberías que comunican unas zonas con otras y con elementos movedizos en el suelo, se le suman objetos como bolas negras dispuestas a chocar a toda costa, manchas de ácido que con el más mínimo contacto desintegran la esfera, palitos saltarines de color verde con fijación por ingerir nuestra canica, máquinas succionadoras, palancas elevadoras que gustan de lanzar la bola por los aires...

Las caídas a nivel se penalizan con "aturdimientos" si no han tenido demasiada altura, o rotura si la distancia ha sido mayor. Afortunadamente, en ocasiones, surge una ayuda en forma de varita mágica que proporciona segundos vitales.

Entre las seis fases existe una, en concreto la quinta, en que todas las reglas y normas se ven alteradas y que premia justamente lo que el resto penalizan. Así, en éste, existe un cambio en la gravedad o se pueden conseguir bonificaciones de tiempo por atacar directamente a los "enemigos", por ejemplo. 


Gráficamente es muy meritorio. Los circuitos poseen un efecto 3D perfectamente conseguido. Todo se mueve con una suavidad extrema y el comportamiento físico del elemento móvil protagonista es brillante. También destaca por su variado colorido.

El apartado sonoro apenas cuenta con efectos y, aunque escasos, representan los golpes y caídas de manera correcta. Las melodías acompañan a la acción adecuadamente contribuyendo a la tensión que en ocasiones se produce. Como aspecto muy reseñable en este apartado mencionar que fue el primer juego con verdadero sonido estéreo además de que cada espacio contaba con su propia música. 


Se trata de un título exigente debido a lo ajustado del tiempo para completar los recorridos. Todos los fallos, iniciales o ya adentrados en niveles posteriores, penalizan en vistas a tratar de terminarlo por completo. Cada segundo cuenta y se necesita conocer los escenarios y tener un manejo preciso de la canica para poder visitar todos los parajes.

Para el manejo en el arcade se optó por usar un trackball que reproduce todas las acciones, aceleraciones y frenadas de manera óptima. En las posteriores versiones domésticas, al utilizar dispositivos de control digitales se añadió un botón de turbo ya que las diferencias de velocidad que podían lograrse en la máquina no eran posibles únicamente con las direcciones habituales de consolas y ordenadores. 

Detalle del trackball del arcade

No fue hasta 1986 cuando esta obra empezó a portarse a los sistemas de entretenimiento presentes en los hogares. A lo largo de los años NES, ZX Spectrum, Amiga, Master System, Atari ST, Megadrive, Game Boy... contaron con su propia versión de la creación de Atari Games.

Es indudable el éxito que supuso este juego y lo conocido que ha llegado a ser. La perfecta recreación del movimiento, la sensación de peso, las extraordinarias físicas utilizadas... todo ello en un programa con casi 30 años de antigüedad es de un mérito tremendo. Incluso hoy día sigue siendo tan interesante y desafiante echar una partida para tratar de llegar lo más lejos posible como lo fue entonces.