Una de las sagas que nos acompaña desde hace infinidad de tiempo es la de Ninja Gaiden/Shadow Warriors. Más de un cuarto de siglo a sus espaldas y un paso firme a través de innumerables entregas por infinidad de sistemas la han llevado a labrarse y ganarse un nombre por méritos propios. Beat'em up, plataformas, acción.. Reinterpretada cuando ha sido necesario, resurgida de sus cenizas para tiempos más modernos (en este sentido imborrable la entrega para Xbox, hace ya 10 años), el grueso de sus ediciones han sido satisfactorias.



Presentación.

En pleno auge de las versiones para NES, y casi al tiempo de su llegada a Master System, apareció en 1991 para Game Boy otro invitado de lujo para un catálogo cada vez más completo. La portátil de la compañía afincada en Kioto vivía un momento dulce y casi todos los nombres ilustres por aquellas fechas (Nemesis, R-Type, Parodius, Double Dragon...) no querían faltar entre los protagonistas de los estantes de las tiendas dedicados a la pequeña máquina que apuntaba a fenómeno social.


Así, de la mano de Tecmo debutaría en la pantalla verde este 'Ninja Gaiden Shadow', renombrado a 'Shadow Warriors' para Australia y Europa.


Un paseo por NY City.

Para la presente versión se optó por desmarcarse de lo acontecido hasta ese instante en los cartuchos para NES y situar la historia 3 años antes (1985) de los hechos acaecidos en el primer 'Shadow Warriors' de sobremesa. Ambientado en la ciudad de Nueva York, se lleva a Ryu Hayabusa a combatir las fuerzas del Emperador Garuda, subalterno de Jaquio (principal enemigo de aquel 'Ninja Gaiden' consolero de 1988).



Desarrollo.

La entrega sigue las pautas vistas en la hermana mayor primando su desarrollo lineal de scroll horizontal a base de saltos entre plataformas y la acción haciendo frente a numerosos enemigos. Al final de cada uno de los 5 niveles espera un jefe para tratar de impedir el paso a la siguiente zona. Entre el elenco principal que conforma el ejército de Garuda puede verse a un kickboxer llamado Gregory, un militar en el retiro conocido como Coronel Allen, al maestro japonés Fukisai y hasta un cyborg.


Para la ocasión prácticamente todo se ha simplificado respecto a la visto en otras 8 bits. Los niveles poseen menor extensión, existe un único ataque especial, se suprimen las armas secundarias, desaparecen las abundantes viñetas para ilustrar la historia... En general el conjunto se ha visto reducido en su entrada a la pequeña de Nintendo.


Apartado técnico.

Nos encontramos ante un conjunto resultón pero escasamente llamativo o brillante. El tamaño de los sprites de protagonista y enemigos más habituales es adecuado. Eso sí, se echan en falta unos bosses finales más trabajados y, a ser posible, de mayores dimensiones.


En los escenarios destacan distintos efectos que simulan luces, plataformas móviles, cintas transportadoras... que aportan al conjunto algo de variedad.    



La extensión de los actos es, por su parte, limitada pudiendo terminar con todos ellos en alrededor de media hora una vez se conoce el recorrido y patrones de ataque de los oponentes. 

En cuanto a su vertiente sonora las músicas resultan vibrantes, lo que contrasta con unos discretos efectos de sonido.


Aspectos jugables.

Si hay algo que salva sin duda a esta edición es el ágil manejo del protagonista. Desde el primer instante notaremos la precisión con la que puede llevarse a Ryu de un lado a otro. La fluidez del scroll contribuye a lograr esta atmósfera sin pausa que, junto a las acertadas melodías, invitan a ir a todo trapo del punto A hacia el B. 

Un pequeño tirón de orejas ha de darse al control por el hecho de que para poder saltar no debe de estar pulsado abajo en la cruceta direccional, lo que hace que en ocasiones pasar de la posición agachado a la de salto nos pueda jugar alguna mala pasada (en el enemigo final os acordaréis de ésto).



La escasa dificultad, tanto del desarrollo de las fases como de la mayoría de bosses, permiten que el ritmo no decaiga en prácticamente ningún momento lo que asegura la diversión, al menos mientras dura la aventura. Que, como se apuntó antes, no es mucho.
  

Conclusiones. 

Estamos ante una muy digna entrega de una saga mítica. Un título que, pese a no pasar a la historia, no pesará en el debe de nadie haberlo jugado. Mas al contrario, darle una oportunidad nos reportará unos minutos de diversión directa a pesar de su escaso reto. 

La inclusión de nombres de la índole del protagonista de esta entrada es lo que, poco a poco, fue posibilitando que Game Boy llegase a ser una de las consolas con mejor catálogo de la historia.