Si existe un juego que todos los poseedores de Turbografx-16 españoles tuvimos y disfrutamos fue sin duda Blazing Lazers, el "shmup" de Hudson que venía incluído junto con la consola al comprarla. Lo cierto es que la elección no podía ser más acertada ya que mostraba muchas de las enormes virtudes de la máquina en uno de los géneros en que mejor se desenvolvía. 

Gunhed, como se le conoce en Japón, apareció en el mercado allá por el año 1989 mucho antes siquiera de que NEC tuviese la idea de empezar a vender máquinas en Europa y mucho menos en España, donde se retrasó en demasía respecto al resto de mercados.


Bajo el manto de un clásico shoot'em up de scroll vertical se esconde uno de los mejores y más adictivos "matamarcianos" que aquí el que escribe ha jugado y disfrutado a lo largo de su vida. Un buque insignia que dejaba a las claras la potencia de la consola de NEC, tan injustamente tratada en sus días por estos lares.

Con un apartado técnico impecable donde destaca la velocidad y suavidad de desplazamiento de la pantalla, junto con una ausencia total de ralentizaciones, se muestran sprites detallados con impecable factura junto con algunos fondos dignos de mención (el cuarto escenario es una maravilla por ejemplo). Otros pecan de simpleza como el del primer nivel pero el conjunto es muy destacable. La música es pegadiza y al final consigue que recordemos al título con solamente escuchar los primeros segundos de la bada sonora principal. Mención especial a las voces digitalizadas para indicarnos qué tipo de potenciadores hemos cogido.


A través de nueve fases de tamaño medio recorreremos la galaxia enfrentándonos a enemigos de todo tipo estando presentes espectaculares jefes tanto a mediados como a final de nivel. Desde naves hasta variados seres extraterrestres componen el elenco de enemigos que nos aguardan para tratar de darnos caza. Para ayudarnos a acabar con todos ellos contamos con un variadísimo arsenal de munición la cual se puede elegir según los tipos de power-ups que vayamos recogiendo de entre los muchísimos que aparecen a lo largo de los escenarios. Básicamente existen 4 cuestiones sobre las que incidir: la velocidad de la nave configurable en cuatro grados de manera manual con el botón "select"; el tipo de munición principal que varía entre I-IV y cuantas más del mismo logremos mayor poder de devastación tendremos; la defensa principal de la nave en forma de escudo la cual se aumenta con cápsulas rosas; y, por último, un extra a seleccionar (aparecen con letras) que puede proporcionar una amplia variedad de cosas, desde mayor defensa hasta misiles guiados o anexos para nuestro armamento. Todos ellos pueden cambiarse y combinarse a lo largo de la aventura del modo que deseemos otorgando una gran diversidad.


Debido a todas estas posibilidades de fuego, una vez que empieza a conocerse el juego y profundizar en él es sencillo encontrar combinaciones que facilitan las cosas bastante y ello se traduce en la práctica en que la dificultad es, en principio, no muy alta aunque con matices. Avanzados los niveles perder potencia destructiva por alguna muerte inesperada puede ser la clave para acabar atascado en ciertos sitios. Además, una vez que llegamos a los últimos mapeados la situación varía de manera sustancial mostrando el octavo mundo un acusado aumento en la dificultad, llegando a su culmen en un último nivel en que deberemos enfretarnos de nuevo a muchos de los jefes con los que hemos ido acabando a lo largo de nuestro recorrido además de a hordas de pequeños enemigos deseosos en destrozarnos sin dilación.

En los últimos años Blazing Lazers ha aparecido tanto en Playstation Network como en la consola virtual de Wii para que nuevas generaciones puedan acercarse a esta magnífica obra de Hudson Soft y Compile. Desde aquí no puedo más que recomendarlo para todo aquel al que le entusiasme el género ya que incluso a día de hoy sigue siendo un juego que ha envejecido realmente bien y que resulta tan fresco casi como el primer día. Por arcades de esta talla es por lo que PC Engine/Turbografx-16 ha resurgido con fuerza entre los coleccionistas durante los últimos años. Un imprescindible.