Otra de las sagas más
importantes dentro del prolífico género de los "shmups"
es, sin duda, Parodius, franquicia de Konami surgida a partir de
Gradius para darle un poco de sentido del humor a esto de matar
"marcianos".
Ha habido innumerables títulos para incontables sistemas bajo el manto de Parodius pero uno de los más desconocidos por nuestras tierras y que presenta unas cotas de calidad altísimas, además de ser casi calcado al arcade, es la excelente conversión que recibió esa maravilla de consola que fue la PC Engine/Turbografx. Sobre esta versión centraré este artículo.
Ha habido innumerables títulos para incontables sistemas bajo el manto de Parodius pero uno de los más desconocidos por nuestras tierras y que presenta unas cotas de calidad altísimas, además de ser casi calcado al arcade, es la excelente conversión que recibió esa maravilla de consola que fue la PC Engine/Turbografx. Sobre esta versión centraré este artículo.
Corría el año 1992 y la saga ya se había hecho un nombre en el sector desde que en el año 1988 surgiese el original para MSX. La aparición del arcade "Parodius Da!" en 1990 conllevó sus consecuentes ports a NES (1990), Game Boy (1991) y, también, a la versión que nos ocupa que vería la luz en el recordado año olímpico para nuestro país.
Siguiendo la base de la máquina recreativa añade la posibilidad de elegir entre 3 dificultades distintas y para la intro se opta por una nueva. Como es habitual se tiene la opción de seleccionar entre los cuatro clásicos personajes: Vic Viper, Octopus, Twin Bee y Pentarou, cada uno con su armamento específico. El "pulpo" es el único que comienza su andadura en este mundillo de la mano de esta parodia de Gradius mientras que el resto, antes de llegar aquí, podría decirse que habían mostrado sus credenciales en otros juegos de la compañía.
Con la misión de recorrer un total de 9 escenarios comienza esta aventura que nos presenta como enemigos a seres de lo más variopinto, desde fantasmas hasta animales que son capitanes pirata pasando por gatos, señoras ligeras de ropa (aquí no hay censura como sí ocurrió en la versión para NES por ejemplo) y casi cualquier cosa que se nos ocurra.
Añade además un modo de juego más, denominado "Special", que es una adaptación y ampliación del nivel de bonus Omake tomado a partir de la versión de Super Nintendo. Es entretenido como "extra" pero no va más allá de eso debido a una escasa duración de no más de 10 minutos.
Técnicamente y en cuanto a gráficos es fiel a lo visto en el arcade con multitud de enemigos y objetos en pantalla sobre fondos muy coloristas. El gusto por el detalle y el mimo con que se han realizado tanto escenarios como enemigos es indudable llegando a su culmen en los generosos, en tamaño y vistosidad, enemigos finales que son todo un alarde de originalidad y saber hacer. Con los años muchos de estos bossees se han convertido en iconos dentro del mundo de los videojuegos y se mantienen en el recuerdo de prácticamente todos los que disfrutamos de esta afición. El scroll de pantalla es suave y, pese a haber momentos de verdadero caos, en general no se sufre de flickering aunque en ocasiones sí existen ralentizaciones puntuales, generalmente antes de la aparición de grandes enemigos. Aún así puede decirse que Konami hizo un trabajo muy sólido en la adaptación.
El sonido está un peldaño por debajo a lo visto en otras máquinas aunque todo se mantiene a un nivel aceptable acompañando pefectamente a la acción en todo momento.
Jugablemente es un derroche de diversión gracias a un diseño de fases inteligente y bien estudiado con momentos, por ejemplo, de tener que buscar una salida entre un laberinto de miles de bolas y muros que le dan variedad a la conocida tarea de acabar con todo lo que se mueva propia del género. Además de ser ágiles de reflejos no podemos perder de vista a los escenarios si no queremos quedarnos atrapados y perder una de nuestras preciadas vidas. La dificultad puede decirse que es alta incluso si hemos elegido la menor entre las posibles. En todo momento hay que estar en tensión ya que una pérdida de concentración lleva fácilmente a decir adiós a nuestra navecita. Afortunadamente existen, literalmente, decenas y cientos de power-ups esperando a ser recogidos que nos permiten customizar el armamento a nuestro gusto (importante para ello elegir la opción manual antes de empezar la partida) y que usados de manera inteligente harán de nuestro pequeño personaje una verdadera máquina de disparar. Ésta es quizá otra de las señas de identidad de este título ya que en la zona inferior de la pantalla siempre tendremos acceso a un menú en que se reflejan qué opciones de armamento y defensa tenemos y cuáles son los requisitos para conseguirlas.
Dominar Parodius Da! no es tarea sencilla pero con paciencia se puede llegar al final del trayecto de este arcade y, como recompensa, habremos vivido una de las experiencias de diversión pura más directas que podamos tener. Recomendadísimo tanto para amantes del género como para cualquier otro al que, simplemente, le gusten las buenas obras.
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