Rejugando estos días 'Shadow of the Beast' en mi Master System me he dado cuenta de que sus semejanzas con 'Dark Souls' van mucho más allá de la consabida dificultad. El planteamiento de base es muy similar en ambas obras, al igual que el incierto objetivo que se intuye en sus comienzos.

La sensación de soledad y desconcierto en el inicio al no saber qué camino tomar, qué lugar será el correcto hacia el que dirigir nuestros pasos dentro de un mundo extraño es algo característico en ambos. Para los jugadores más noveles este 'Shadow of the Beast' podría pasar por su 'Dark Souls' en 2D [aunque ya hay uno no oficial para Spectrum], mientras que para los más veteranos la obra de From Software sería un traslado de su "sombra de la bestia" a las 3 dimensiones.

Commodore Amiga
'Shadow of the Beast' es considerado por muchos un título raro. Con amantes y detractores a partes iguales estimo que la creación de Reflections (bajo el sello de Psignosis), que primeramente vió la luz en Amiga, no dejó en su momento indiferente a nadie. Sea por el "hype" creado a su alrededor desde los medios especializados como por el "boca a boca" (no hay mejor publicidad que esta última) la expectación a su llegada como en los años venideros fue máxima.

En una época en que todo se movía a un ritmo más lento algo visto por vez primera en 1989 podía seguir estando vigente en 1991 y 1992 dada la cantidad de máquinas distintas de 8 y 16 bits que copaban  y se repartían el mercado, cada una con una cuota más o menos importante del mismo pero muchas ansiosas por la visita a sus circuitos de este clásico.

Así, en nuestro olímpico 1992, sería una realidad la llegada de 'Shadow of the Beast' a Master System de la mano de Tecmagik.


La historia de la bestia...


"En un país lejano de misterio y magia, un niño hombre [llamado Aarbron] es secuestrado por los magos de Maletoth - El Señor de las Bestias.

El niño es trasladado a un lugar hostil donde las artes de la oscuridad penetran en su alma durante varios años, transformándole en un esclavo bestial. Se le obliga a obedecer a todas las órdenes de Maletoth, realizando trabajos físicos que harían estallar el corazón de un hombre normal. Su mente pertenece a los magos maléficos, pero su cuerpo se fortalece cada vez más con cada trabajo.

Un fatídico día esta bestia inocente, que ha perdido toda su voluntad de vivir, presencia la brutal ejecución de su padre a manos de los minions de Maletoth. Al ver caer la hoja del sacrificio sobre el cuerpo de su padre, una imagen nítida de su pasado corta la confusión que hay en su mente, y en ese instante, recuerda el verdadero horror de su vida.

Con la tremenda fortaleza que las artes de la oscuridad han dado a su bestial cuerpo, rompe las cadenas que le mantienen prisionero y jura vengarse."

(Argumento tomado del manual de juego para Master System)


Adentrándonos en sus mundos.

Enfrentarse a 'Shadow of the Beast' es hacerlo a uno de los juegos que más paciencia y conocimiento precisan para ser completados. Su espacio y atmósfera resultan aterradores y agobiantes, toda vez que atrayentes. Desde el minuto uno, gracias a su estética gráfica junto al acertado trabajo sonoro, se consigue que el jugador se sienta protagonista de un periplo en que ha de guiar sus pasos por terrenos que desconoce hacia objetivos inciertos, con la muerte acechando tras cada esquina.

La falta de pistas acerca de lo correcto e incorrecto es probablemente lo que le otorga ese punto diferencial sobre el grueso de títulos. Durante las primeras partidas la incertidumbre jugará un papel fundamental y el mal uso de ciertas acciones supondrá incluso quedarse atascado en el mapeado sin posibilidad de abandonar la estancia. Sólo la experiencia y aprender de los yerros propiciará el progreso.


La historia avanza a través de pequeñas viñetas mostradas en momentos puntuales las cuales, todo sea dicho, apenas resultan interesantes más que en un par de trances. Las imágenes valen más que mil palabras, aunque en ocasiones estas últimas ayuden a entender a las primeras. 



Esta obra es un cúmulo de géneros: plataformas, acción casi de beat'em up (tipo 'Vigilante' o 'Kung Fu Master'), momentos de shoot'em up, mapeados laberínticos... Tiene de todo en su justa medida con sorpresas conforme se acerca el final. Esta mezcla posibilita que no se haga repetitivo en ningún instante más allá de la reiteración de pasos por comenzar partida una vez que nuestras vidas se han esfumado.


Apartado técnico.

Si por algo han destacado la mayoría de versiones aparecidas de este título es, sin duda, por su excelente factura técnica. Y la adapatación a Master System no iba a ser menos.


Por una parte tenemos los escenarios a recorrer, hechos con todo lujo de detalle. Diferentes planos de scroll parallax se suceden junto a un desplazamiento fluido tanto en vertical como en horizontal de la pantalla.  Árboles, vegetación y demás componentes del entorno exterior se representan de forma fidedigna. Asimismo los distintos tipos de cielo simulando el paso del día, una de las características más conocidas del original, se encuentran nuevamente en este cartucho para la 8 bits de Sega.


En los interiores la tónica se mantiene. Se pierden algunos fragmentos pertenecientes a los fondos de la versión de Amiga pero lo esencial está ahí, siendo perfectamente reconocibles todos los parajes por los que se deambula.

Los sprites son de tamaño notable no faltos de pormenores. Destaca sobremanera el personaje principal gracias a la sensación de "vida" que emana de la lograda animación de su respiración. Algunas de sus acciones como saltos o puñetazos son algo más bruscas, echándose de menos cuadros de movimiento extra.


Los enemigos más habituales presentan igualmente cierta tosquedad en sus desplazamientos, achacable al mismo motivo mencionado anteriormente.

Los bosses, generosos en sus dimensiones y recreados fielmente del original, son asimismo simples en sus ataques y circulación. En la conversión a Master System, debido a las limitaciones del hardware, las luchas con ellos se ven relegadas a un escenario aparte bajo fondo negro. Éste ha sido un recurso habitual empleado en otros programas como, por ejemplo, 'Sagaia'.


En su conjunto, el apartado gráfico puede catalogarse de sobresaliente pese a los defectos señalados. Por supuesto no es tan sumamente espectacular como lo visto en Mega Drive o Amiga pero es un producto fácilmente reconocible de la serie a la que pertenece y que exprime en su totalidad los circuitos de la veterana de Sega.


En cuanto a la labor sonora sigue la senda visual. Todo el peso recae en la calidad de las composiciones que se resuelven acertadamente pese al limitado hardware de sonido siempre atribuído a la 8 bits. Las melodías han sido cuidadas y contribuyen a la atmósfera de tensión de que hace gala este 'Shadow of the Beast'. Encajan a la perfección siendo un traslado de las disfrutadas en microordenadores de 8 bits como el C64 y dejan claro que sin ellas, un juego como éste, quedaría cojo.

Los efectos de sonido son más discretos y apenas pasan del aprobado raso. Se nota que hubo que priorizar música sobre FX pero visto el resultado final no fue una mala ecuación.


Cualidades propias en Master System.

A diferencia de otras versiones, en la destinada a la 8 bits de Sega hay que seleccionar los objetos a utilizar desde un menú a la hora de, por ejemplo, abrir puertas. También las pociones, llaves y demás items se guardan en el inventario, limitado a un máximo de 7 elementos. Asimismo si se usa alguno de ellos (por ejemplo una llave) en un sitio que no sea el indicado para él éste se pierde. Todo ésto añade cierto componente estratégico y puede tomarse como un pequeño guiño a las aventuras gráficas.



Además, como en ningún lado del manual aparece la utilidad que poseen esos objetos, es labor del jugador probarlos y observar, a través de ensayo y error, sus efectos (positivos y negativos, que hay de todo tipo).



Para afrontar la aventura se dispone de 3 vidas desde el comienzo (con 9 impactos soportados cada una), e incluso puede obtenerse alguna más en el camino, lo que automáticamente hace a esta versión más asequible en cuanto a dificultad. Enlazando ésto con las variadas pociones de salud repartidas por el mapeado y la menor cantidad de enemigos respecto a otras versiones como la de Amiga, Mega Drive o Spectrum, es sencillo concluir que estamos frente a una interpretación más factible de ser completada.

En general todos estos cambios redundan en la jugabilidad, que se ve reforzada al ser menos frustrante avanzar por sus tramos. 


A los mandos.

Pese a lo que pudiese aparentar se trata de un juego bastante corto. Aunque muchos lo catalogan como de ocho fases (o regiones como recoge su contraportada) para mí es un único mundo conectado en el que se desarrollan todas las acciones. Una vez se avanza en él ésto es más fácil de identificar. Las separaciones clásicas por niveles quedan, en mi opinión, un tanto difusas si se observa en su conjunto lo que compone este 'Shadow of the Beast'.

Una partida completa, una vez conocidos todos los pasos a seguir, no lleva más que 35-40 minutos a lo sumo. Si bien llegar hasta ese punto de maestría requiere de muchos intentos previos. 


Hoy día es sencillo echar un vistazo a cualquier guía o walkthrough para saber qué hacer en cada situación. Ésto acorta los tiempos sobremanera pero también "mata" la experiencia casi al completo. Enérgicamente recomiendo descubrir todo por uno mismo ya que tampoco son demasiados los lugares que visitar ni los objetos a memorizar (venga va, por apuntar [oldschool mode] para qué sirve cada uno en un papel una vez comprobado su uso no pasa nada), y la satisfacción de terminar sin ayudas externas esta creación con éxito es máxima.

Existen 6 jefes a eliminar: Keeper of the Orb, Death Skeleton, Hydrassas the Dragon, Skarios the Slayer, Corannis the Varg y The Evil (Maleloth). En un primer encuentro muchos de ellos pueden parecer frustrantes pero una vez conocidas sus rutinas lo cierto es que son bosses muy arcaicos en su ofensiva. Ciertas pociones se hacen imprescindibles para dar buena cuenta de ellos y un uso inteligente de las mismas puede ser la clave entre éxito y fracaso.


El camino hasta su encuentro se hará tanto por tierras al aire libre como por laberínticas mazmorras. Conocerlas llevará tiempo y la premura será un mal compañero de viaje. Las escaleras jugarán un papel importante al comunicar ciertas secciones con otras, así como vigilar dónde se ponen los pies es primordial para ajustar los saltos en los salientes más complicados. 

Los oponentes y peligros se mueven habitualmente a velocidades muy altas por lo que prever sus apariciones es vital para no resultar heridos. Con práctica se puede anticipar uno a ellos ya que sus patrones de salida son los mismos partida tras partida.

Estamos ante un juego que bebe directamente de los ordenadores del momento por lo que no es de extrañar que para saltar haya que hacer uso de la dirección "arriba" del control pad. Dado lo limitado del mando de Master System fue un acierto configurarlo de este modo ya que así uno de los botones podrá ser utilizado para infligir puñetazos, o patadas si se está saltando, mientras el otro sirve para acceder al menú de objetos. Haber destinado el "pause" de la máquina para este último menester hubiese convertido en un tedio tomar pociones o elegir las llaves a utilizar. Así que bien por los chicos de Tecmagik al haberse decantado por esta vertiente.


Ésto, por sí solo, no sería más que una gota en el mar si no se acompañase de precisión en las maniobras y acciones. Y el excelente manejo de Aarbron es otro de los puntales que convierten a esta edición en una delicia jugable. No existen inercias extrañas que empañen nuestros pasos por lo que avanzar, o no, dependerá exclusivamente de la habilidad de cada uno. 


Conclusiones. 

'Shadow of the Beast' en Master System no sólo colma las expectativas que los poseedores de la consola teníamos en su momento, sino que supera con creces las más optimistas previsiones acerca de un exitoso traslado de un título de culto del todopoderoso Amiga. 


La llegada algo tardía benefició a la conversión ya que pudo tomar elementos de aquí y allá basados en la experiencia de otros trabajos bajo el mismo nombre ya realizados para diferentes ordenadores y consolas de 8 y 16 bits. Sin esos ensayos previos repletos de virtudes y defectos (me viene a la cabeza lo visto en Commodore 64 y Amstrad CPC, por ejemplo) estoy seguro que no se hubiese logrado un resultado tan redondo.


Además, lo apuntado en cuanto a una menor dificultad sentó de maravilla a la entrega para ser, más que nunca, un producto adictivo y disfrutable. Atrás quedó la frustración vivida en Amiga y, sobretodo, Mega Drive por no saber calibrar las complicaciones a las que enfrentar al jugador. Decir que ésta es la versión más jugable de entre las aparecidas no sería descabellado.

Entre los "peros" hay que destacar lo limitado de las batallas ante los jefes importantes de la aventura. Su diseño está muy por encima de la diversión que proporciona dar buena cuenta de ellos. Al menos, eso sí, el camino hasta encontrarlos está infestado de peligros y desafíos que mantienen en vilo casi en todo el recorrido al jugador.
 
Pocos cartuchos supieron sacar tanto jugo a esta consola de 8 bits que mostró, una vez más, que en cuanto a sus capacidades visuales estaba muy por encima de la competencia. El sello Tecmagik no estuvo más que 2 ó 3 años en vigor pero en ese escaso intervalo mostró conocer las vicisitudes de Master System como nadie, brindando obras del calibre de 'The New Zealand Story' o 'Populous'.